lunes, 2 de octubre de 2017

El número de la bestia

Seiscientas sesenta y seis fotos son las que nos hemos intercambiado por WhatsApp en tres años y medio de relación. Ni una más, ni una menos, no deja de ser irónico. 
Ayer mismo las revisaba: vacaciones, listas de la compra, algún objeto inútil en una tienda, fotos de perros, más vacaciones. Visto así, a una le cuesta comprender por qué no seguimos juntos (se nos veía tan felices y enamorados en Almería). No hay fotos de la incomprensión ni los abismos, no hay fotos de los desplantes ni los reproches, tampoco hay fotos de los gritos o las lágrimas. Eso es lo peor, las fotos siempre mienten, quizá por eso y no por timidez es por lo que no tengo Instagram. No es que las palabras no mientan, pero siempre contienen algo de verdad.
Sin embargo, ahora que me has pedido que no contacte contigo de ningún modo y que te has llevado casi todas tus cosas, esas seiscientas sesenta y seis fotos son lo único que me queda de ti, de nosotros. Por eso ayer me sumergí (los domingos de resaca y sin sexo son muy duros) en esa galería que es a lo que ha quedado reducida nuestra relación. 
Ni siquiera son cenizas, sólo son seiscientas sesenta y seis imágenes en una galería de un chat inactivo de WhatsApp. 




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